Sobre construcciones (de webs) y otras metáforas

Vamos a procurar explicar todo este lío de Internet y su funcionamiento sin que nadie se quede descolgado de la red.

Hoy nuestro querido profesor se ha puesto poético, el tema no era para menos, y nos ha dado una clase cuajadita de metáforas, para que podamos entenderle en sus altos vuelos técnico-filosóficos.  Este Bruno, qué majete…

La primera sorpresa ha sido descubrir  -¡pero qué ingenua soy, madre mía!- que eso que llamamos la nube en realidad no coincide con el lugar que habitualmente habito.   Se trata del conjunto formado por un montón de potentes ordenadores permanentemente conectados a lo largo del mundo mediante un consistente ancho de banda que procura velocidad a la relación.  Estos ordenadores se llaman servidores porque son tan amables de compartir toda la información que guardan con quienes –ahí está la gracia- les dan las claves adecuadas.  Son algo así como nuestra compañera Gloria (http://gloriamurol.wordpress.com/)  pero a lo bestia.

Con el precio al que se ha puesto el servicio, pocos pueden permitirse tener un servidor para ellos solos.   Sería como alquilarse un apartotel entero para pasar una noche con tu pareja.  Así que, para simplificar y abaratar, lo que se hace es alquilar un espacio, algo así como un loft, que son tan “in”.  Ese trocito de servidor que alquilamos, nuestro loft, se llama hosting.  Todo son ventajas:

–          Me independizo de WordPress (que son los padres: te cuidan mientras eres pequeño, pero hay que abandonarlos para crecer).  Esto mejora tu imagen como adulto en la red (no vas a ligar por ahí presumiendo de que vives con mamá ¿no?)

–          Tengo facilidades infinitas de diseño y plantillas, en vez de “sólo” los más de doscientos “ temas”  (diseños preconfigurados) que te ofrece WordPress

–          También tengo todas las facilidades para los pluggins (que, si no he entendido mal, son lo mismo que los widgets), es decir, puedo elegir si quiero el loft con televisión, con aire acondicionado, con teléfono, con doble servicio de almohadas de plumas…

–          Me caben “cienes y cienes” de blogs, puedo tener varios para mí, hacerle blogs a los amigos, cobrar por hacerle los suyos a empresas…  Es el mega-loft.  A estas alturas ya todo el mundo sabe qué es un blog pero Julián (http://jpalonsor.wordpress.com/), que está lanzado con esto de las metáforas, se arranca inspirado y nos describe una preciosa imagen de un hosting como un “atelier” de artista donde guarda muchos lienzos, que serían los blogs en los que plasma su creatividad…  ¿a que está hecho un poetazo, este chico?

–          Son muy baratos, en relación con el servicio que prestan: haciendo números, por menos de 100 euros al año tienes el dominio y el hosting.  Ninguna empresa de servicios puede batir este récord

¡El dominio!  Me suena, pero ¿qué es en realidad?  Pues  dominio es lo que hay que tener para que el servidor no pase de ti.  Como toda la vida, vamos, pero traducido a lo digital.  Es un archivo enorme que traduce el IP (el DNI del ordenador, que se llama DNS o Domaine Name Server).  El precio de un dominio al año es de risa, si lo encuentras disponible, claro, y conviene andar espabilados para “pillar” el dominio que nos interese, no nos pase como a Gallardón y venga un listillo luego a vendernos nuestro propio nombre por una fortuna 😉

Siguiendo con nuestras metáforas, el IP sería la llave (pero de esas modernas, con banda magnética, que son como una tarjeta de crédito) que nos permite acceder a nuestro hosting (el superloft que hemos alquilado) y que lleva el nombre que queramos (o más bien, que hayamos podido darle) a nuestro nidito en la nube.

¡Bueno!  Ya tenemos el hosting en el servidor, ya tenemos el dominio…  ¿podemos lanzarnos a pasar un estupendo fin de semana en la nube con nuestra pareja?  Sí, pero no olvides este consejo: aquí el tamaño SI importa…

Si te animas a corregir o completar esta información mediante un comentario, te quedaré muy agradecida.  Soy muy consciente de que hay más cuestiones clave que aclarar sobre este tema, pero de momento me planto aquí.

Aunque hay otra cosa que nos ha quedado clarísima a toda la clase: a Cristóbal le gusta (y recomienda) el jamón serrano:

http://bit.ly/YAd3FO

Mi país

No creo que España sea una unidad de destino en lo universal, como se empeñaba en decir quien ya sabéis.  Pero podríamos procurar ser una comunidad para lo que sea que nos depare el destino.  No sé si vamos por buen camino…

Otro mundo es… ¡urgente!

A veces se asocia la idea de una buena causa con “una causa perdida”, como si no valiera la pena esforzarse demasiado porque… ¡de todos modos va a dar igual! Quienes así piensan encuentran, una y otra vez, confirmaciones a su teoría por parte de esa realidad en la que dicen tener bien asentada la cabeza. Error. La causa perdida de verdad es la forma de pensar que da lugar a que el mundo sea como es: inviable en plazo cada vez más corto.